Ya ordenados sacerdotes, tuvieron grandes dudas y deliberaciones. Querían trabajar en la Iglesia y dedicarse a ayudar a la gente. Lo querían hacer como grupo al estilo de las órdenes religiosas, pero con más agilidad, para poder estar donde hiciera más falta. Así surgió la Compañía de Jesús, hoy conocida como los Jesuitas, en la que Javier tuvo una parte muy importante. Él fue el primer secretario y mano derecha de San Ignacio.
Conformada, el Papa pidió que se enviaran misioneros a Oriente. Fue elegido otro compañero, pero éste enfermó y tuvo que ser sustituido por el único disponible: Francisco Javier. Así, como de rebote, surgió la vocación misionera de Javier. Tenía 34 años.

INDIA Y JAPON
Javier recorrió más de 100.000 kilómetros (casi el equivalente a dar dos veces y media la vuelta a la tierra).
En la India se encontró con personas que no conocían ni siquiera lo que era una cruz, y aventurándose hacia lo desconocido, aprendió las oraciones principales: el credo, el padre nuestro, el ave maría y los mandamientos. en el dialecto de cada lugar.
Salía por las calles haciendo ruido con una campanita... ¿Y quiénes salían primero? ¡Los niños! A ver qué era lo que estaba haciendo. Captaba su atención, cantaba y hacía mímicas con las oraciones para que fuera más fácil aprenderlas, un adelantado de la época, ¿no? Nos podría dar cátedra de infancia misionera.
Los niños iban a sus casas y les enseñaban a sus padres y abuelos, una vez aprendido lo principal, él los bautizaba. Hacía entre 300 y 400 bautismos por día. Dejaba misioneros, catequistas y comunidades y seguía hacia otro lugar.
En Japón fue más difícil, una cultura milenaria con otra religión. La verdadera inculturación, Francisco, entró con respeto a sus costumbres, para conocer cómo piensan, cómo actúan, y se dio cuenta de que estaban muy influenciados por los chinos, así que decidió ir hacia allá.
EL GRAN SUEÑO DE LLEGAR A CHINA
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